jueves, 2 de septiembre de 2010

Dia 9, tarde en Oslo

Tras la dura jornada del dia anterior la mañana se presentó con un cielo despejado y brillante. Era hora de recoger, desayunar y tomar el bus con destino a Tau y a Stavanger, para coger el avión que nos dejaría en Oslo!!!

Como habíamos cenado bastante poco arrasamos en el desayuno. Esta vez había bastantes más tipos de pan, todos riquisimos, y varios tipos de mermeladas, había embutidos, crema de caviar y de arenque,... así que nos dimos un homenaje.

Volvimos a nuestro cuarto a recoger la mochila, devolvimos la llave en recepción y nos pusimos a esperar el autobús. Como era sábado tardó bastante así que tuvimos que tener algo de paciencia. En este caso se trataba del autobús de la empresa TIDE, que como comenté en el resumen del día anterior no hace parada en Jorpedal sino que va directo. No tardamos mucho en llegar a Tau, pero al igual que el autobús, el servicio de los ferrys es menor los fines de semana, por lo que también tuvimos que esperar un rato.

Ya en Stavanger, con las mochilas a cuestas nos dividimos en dos grupos y mientras las chicas fueron a ver el museo del petroleo, Dani y yo decidimos pasear por las calles que estaban llenas de gente. De camino al museo que era donde ibamos a dividirnos Mónica no pudo resistirse a pegar unos cuantos botes en una cama elástica que había en un parque infantil. Joer, el parque tenía de todo, cama elástica, una cuerda para que los niños hicieran equilibrio, columpios,... y todo perfectamente cuidado.



Tras una horita de paseo más o menos, volvimos al museo, esperamos a que salieran las muchachas y decidimos ir hacia el aeropuerto e intentar acercarnos a la playa de Sola que según había leido Mónica estaba bastante bien. Cogimos el flybussen de Stavanger por 90 nok y nos dejó en el aeropuerto de Stavanger que no es pequeñito, está muy bien. Intentamos ir hacia la playa, pero por falta de ganas, de tiempo y de indicaciones decidimos volver al aeropuerto y esperar a que llamasen para embarcar matando el tiempo jugando a las cartas.

Después de unas cuantas partidas subimos a la zona de embarque donde esta vez no pesaron el equipaje ni lo midieron, pero como de costumbre nos tuvimos que descalzar para pasar por los controles del aeropuerto. Embarcamos puntuales y en cosa de una hora estábamos aterrizando en el aeropuerto de Oslo Gardemoen, el más grande y mejor comunicado de cuantos tiene Oslo.

Desde el aeropuerto podíamos coger el tren express que lleva a Oslo en muy poco tiempo (y es bastante caro), coger un tren normal que nos dejaba en 45-50 minutos en Oslo y salía más barato que el express, o coger el Flybussen. Decidimos ir en tren (110 nok) porque estábamos en hora, iríamos muy cómodos (los trenes noruegos son muy buenos) y porque así llegábamos a la estación central de Oslo que está en medio de la zona turística, al lado de la ópera.

Llegamos sin contratiempos y nos sacamos la OsloPass de 24h por 230 nok, con la que teníamos derecho a coger cualquier medio de transporte (tren, bus, tranvia, metro) para movernos por la zona de Oslo, además de entrar gratis a la mayoría de los museos. El tiempo de validez de la tarjeta empieza a contar desde que la usas la primera vez.

Fuimos andando al albergue, el Anker Hostel, que es bastante bueno y no está nada lejos de la estación, unos 10 minutos. Al llegar tardaron un poco porque no encontraban nuestra reserva pero finalmente nos dieron las llaves de nuestras habitaciones. Esta vez teníamos 2, cada una con sus camas, el baño completo y una pequeña cocinita.

Dejamos las mochilas que llevábamos a cuestas desde por la mañana y salimos a disfrutar un poco de un paseo por Oslo. Cogimos el tranvia justo a la salida del hotel y sin sellar la OsloPass porque no ponia nada y al enseñársela a la conductora no hizo nada (después nos dimos cuenta de que hay una máquina roja en la que se meten los billetes del tamaño de la OsloPass y te la sella) nos dirigimos al parque Vigeland.

Durante el trayecto yo ya no sabía dónde mirar... chicas rubias, algunas morenas, con taconazos, mini/micro faldas, por todas partes... la tarde-noche de un sábado en Oslo es... En fin, al rato llegamos a la última parada que estaba cerca del parque. Bajamos andando y entramos a ver un sitio muy curioso. Es un parque muy grande al oeste de Oslo en el que hay un montón de estatuas diferentes de hombres, mujeres y niños. Es muy curioso como van cambiando las formas de las estátuas. Me sorprendió ver como la gente hacía barbacoas dentro del parque pero nadie dejaba nada tirado, estaba todo superlimpio, me dio un poco de envidia la verdad.

Del parque fuimos otra vez en tranvia (y otra vez sin sellar la OsloPass) hacia la estación central que es como la Plaza de Callao de Madrid con un montón de gente. Cruzamos la carretera para pasar hacia la Opera, a cuyos pies se estaba celebrando un concierto de música paquistaní. No nos dejaron acercarnos porque el concierto se había acabado y la gente ya estaba saliendo por lo que no vimos la ópera salvo de lejos.


Ya era hora de cenar así que nos recorrimos un par de calles viendo que tipos de restaurantes había pero como Yaiza estaba un poco delicada del estómago y al resto nos daba igual, al final acabamos... en el Egon que sabíamos que tenían de todo. Entramos y no había mucha gente. Pedimos: una ensalada césar de Egon con pechuga de pollo, crutones, parmesano, tomates cereza, pimientos, maíz y aderezo de ajo, una ensalada de ravioli y de pollo con parmesano y aderezo de ajo, un wok de pollo con verduras frescas de wok en salsa de soja hoisin y un sandwich BLT con pechuga de pollo, bacon frito, tomate, aderezo de ajo y patatas fritas!!!

Reposamos un poco la comida y nos fuimos al hotel, que ya teníamos ganas de pillar la cama y era cerca de la 1 cuando llegamos!!!

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